martes

La última escena

“No, no hay como arreglar nada…” me miró por un instante y luego refugió su mirada en la pared. “Siempre podemos resolver algo, todo lo que nos hemos dicho no significa nada?…”

Por qué discutíamos? no lo recuerdo. Tal vez fué porque ya teníamos una semana sin hacerlo.

“Cada palabra que me dices me suena tan trillada” ella replicó, y con esto mató mis frases. “Me lo dices en serio?” me sorprendí a mi mismo oyendo mi voz entrecortada.

Su mirada reflejaba la mia, era uno de esos momentos en los cuales es mejor no decir nada mientras planeas tu próxima jugada. El televisor en el fondo del pequeño cuarto de la hostal me daba la pauta para alejarme de mis pensamientos furtivamente mientras buscaba las palabras adecuadas. “No sé lo que tu buscas. Ni para que vinimos hasta acá… Es como pagar por venir a amargarme..” dijo arrastrando la voz.

“Preciosa, solo te puedo decir que en verdad te quiero. Yo sé que vamos a estar juntos solo hasta tu viaje, y yo quería estar contigo hasta ese momento… Aún quiero…” Dije pesadamente.

Sus ojos se pueblan de lagrimas y una a una recorren por su rostro. Me invade una sensación como ternura y no atino sino a contemplar su rostro congelado en el tiempo. Error.

“La verdad ya no quiero hacer nada hoy y quiero regresar a Quito sin ti. Prefiero ir en un bus con un montón de extraños que contigo…” Toma su maleta y se apoya en la pared mientras se limpia las lágrimas.

“No puedo dejar que hagas eso, hoy ya no vamos a hacer nada, pero regresemos a Quito juntos” ” Te dije que no, hoy no me soporto ni yo asi que mejor no empeores las cosas”. Abatido, me doy la vuelta y recojo mi equipaje esperando que al volver a girar ella ya no esté ahi… Sin embargo ella no se ha movido. Desconcertado entonces me acerco a ella y trato de abrazarla. “Déjame!” ella forcejéa y suelta, la verdad no tiene que esforzarse en hacerlo.

“Ya no tengo mas que decirte…” Obnubilado salgo de la habitación con mis cosas, e intentando mantener la compostura entrego la llave en la recepción de la hostal y dejo atrás una noche, una plegaria y un amor.

El paisaje de regreso es impresionantemente bello, el sol apenas ha salido y aún puedo ver el rocío que flota delante del parabrisas, pero al parecer los colores a medida que me acerco a Quito van desapareciendo…

Algún día volverá a aparecer en mi historia? Tal vez esto es mejor que un adios. Jamá volveré a saber de ella, y me entristece saber que casi no me importa… Es complicado engañar al corazón…

FIN

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