martes

Una esquina diferente

La tarde empieza a tornarse rosa, las nubes se prenden en anaranjados, el sol se ocultó tras el Pichincha y la gente pasa apurada frente a mi. Durante estos días he podido verlos bien, todos parecen atrasarse, todos viven un mundo aparte y nadie está dispuesto a iniciar una conversación.

Están los oficinistas que parecen liberados al salir de sus trabajos, hablan fuerte como para ser notados mientras revisan sus teléfonos cada dos minutos. Las estudiantes de la Universidad, que seguramente trabajan durante el día y llegan con el tiempo justo a clases. Miran de reojo para saber quien las observa, algunas, en una mezcla de coquetería, intriga y desafío, lanzan miradas inquietantes. Están los gringos, todos como vestidos para un verano de 40 grados, no miran a nadie, caminan rápida y desconfiadamente, llevando fundas con víveres light.

Está aquella chica, vestida siempre formal, el cabello recogido, labial de rojo intenso y lentes. Desde el primer día notó mi presencia, ahora pasa junto a mi auto y puedo verla, por el retrovisor, voltear su mirada hacia mi cuando dobla la esquina.

Ya casi es hora. Mis miedos vuelven a aparecer y pienso de nuevo que no fue tan buena idea venir. Durante dos semanas te he visto salir de tu oficina, conversar con tus amigas y tomar el bus… no tuve el valor de bajar del auto y cruzar palabras contigo.

Hoy estas divina, no tienes idea lo bien que te queda esa falda negra, tu cabello creció justo como tu lo querías y tu blusa me invita a imaginarte. Hoy no te acompañan tus amigasy te veo distraída, tal vez te pasa algo. Buscas en tu cartera, seguramente olvidaste tu teléfono arriba…

- Hola… como has estado?

Apartas tu vista de la cartera y me miras, bajas los hombros, tomas un poco de aire y haces una mueca de cansancio y desilusión. No es un buen augurio.

- Hola… que haces aquí?

- Yo… quería verte, saber como estabas. Hablar contigo.

Llevas tu mano hacia tu cabeza y la pasas por tu frente, luego lanzas hacia atrás tu cabello y me miras desafiante.

- Hablemos! Por donde quieres empezar? Por ejemplo que traicionaste mi confianza? O que nunca supiste lo que querías?

- No, yo quiero disculparme contigo, se lo que debes estar pensando pero simplemente no quiero que las cosas terminen así.

- Entonces, quieres que terminen?

- No!… Bueno, tal vez...

Miras sobre tu hombro, y tus piernas parecen temblar, empiezas a caminar junto a la pared, yo te sigo un paso atrás.

- Sabes que me lo imaginaba, no creas que no sabía que estabas aquí, mis amigas te vieron durante toda esta semana.

- La verdad han sido dos semanas, te he visto durante todos estos días, pero no pude hablar contigo.

- Por que?

-No se, los primeros días vine aquí muy enojado, y si me encontraba contigo creo que no hubiera resultado nada bueno.

- Si, yo también estaba enojada.

- Luego quería proponerte muchas cosas, que olvidáramos lo que pasó, que lo intentemos de nuevo…

- Querías?… o sea que ya no quieres.

- Mira, las cosas pueden cambiar de un minuto al otro, ahora solo quiero que no me odies, no quiero ser un mal recuerdo para…

No me dejas terminar la frase y apoyas tu mano en mi hombro, alcanzo a ver una sonrisa leve en tu rostro.

- Tu nunca serás eso y lo sabes…. Yo también quería que vengas, que me hables. Muchas veces marqué tu número, pero simplemente no sabía que decir.

No logro reaccionar, la verdad no me imaginaba esto… me dejas sin palabras.

- No lo sabía… Lo lamento.

- Yo también.

Nos conjugamos en un abrazo, largo y cálido.

- Amigos?

- Amigos?? … Supongo que si…

El cielo se vuelve a poner rosa y yo regreso a la misma esquina, han pasado tres semanas desde que vengo aquí, te he visto y te he admirado. Empiezas a subir la calle y desde allí me miras, lo siento. Lentamente te acercas y ya puedo ver el rojo intenso de tu labial, tu cabello recogido y tu mirada tras esos lentes inquietantes.

- Hola!

Te detienes, me miras y sonríes.

- Hola!, ya era hora, no te parece?

- Si, bueno… no quería asustarte. Te puedo llevar a algún lado?

- Mmm, si. Me gustaría tomar un té.

- Perfecto!

Ahora veo nueva gente, en una esquina diferente, todos se ven amigables, sonrién y parecen estar felices con sus vidas…. Tal vez sea solo yo…

No hay comentarios: