viernes

Despedida

Aún percibo la amarga sombra de mi destino no enfrentado,
tu presencia sigue siendo esquiva, tu nombre permanece pálido.

Mis lágrimas caen por tu deseo, tu ausencia congela mis alas,
ya no celebro una tarde soleada en Quito.

Te extraño. Mi mente moldea tu figura persistentemente,
puedo oir tus palabras, tus reclamos y tus susurros.

Tu mirada se pierde en mis manos, te siento lejana,
tardía, ajena...

Tu cariño, como siempre, no es mío.
Tus caricias son solo un preludio de tu despedida.

Nuestros tormentos tuvieron un breve latido común,
un fin, un destino discutido, un requiem.

Ahora partimos a un sendero diferente,
albergando la esperanza de encontrar un sentido,
una nueva vida por influenciar.

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