Por alguna extraña razón perteneces a mi tesoro querido
Permaneces en mis visiones, entonas susurros que se rebelan al viento
Sujetas la cuerda que ata mi conciencia a la razón de mi humanidad
Encadenas cada una de las oraciones en mis sentimientos.
Tu música empieza con tonos tristes, enfrenta acordes vanos
La miel, que encuentro en tus ojos, es suficiente para doblegar mi sed
Ansío una batalla en tus labios, fundir el cobre de tu plegaria
Rodear tu cuerpo con un cálido anhelo, conquistar tu suspiro.
Eres el inicio de mi travesía, el frailejón que invita al páramo
La perdición, el estigma que debo vencer, la canción mustia
En cada latido del alma subyugada, tu ser reza mi pasión
Palabras que caen a tus pies al ser tocadas por tu mirada.
Por alguna extraña razón vives en mi mañana soleada
Tu piel se congela cuando intento alcanzarla
Mitigas las letras del verso que vuela bajo tu oído
Me das la esperanza de seguir contemplando tu capricho.
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