domingo

Mi hada

18:03. Celeste.
Aún el día mantiene su escencia innecesaria.
La vainilla, errante, navega de de tus manos a mi boca.

Mi suspiro alienta tu ego, renaces de un letargo cruel,
yo busco en tu transparencia un indício de lluvia.

La tarde se presenta silbando un violín antiguo,
se desnuda para nosotros y deja ver su fuego.

18:17. Rosado.
Las nubes levitan siguiendo una acorde lejano,
su color, trastornado, gime la muerte del sol.

Mujer, franca sonrisa, palabras verdaderas, pasión,
sujetas mi brazo y consientes una interrogante.

En un abrazo nos escondemos del galope del tiempo,
el viento divaga junto a nuestro momento y se lleva mi promesa y tu desafio.

18:32. Fuego.
Un fragante instante en voz baja, susurro cerca de tu sien,
la tarde se forma inalienable y espera el regalo de la muerte.

El fuego dibuja en el cielo una oda con el fondo de montaña,
un sueño se guarda junto al fragor de tu luz.

Las nubes se incendian estrictamente lanzándose a la noche,
que llega destinada a dedicar su sombra a mis sílabas.

18:59. Tiniebla.
Junto a mi yaces, con nuestras vocales como anillos,
en este rincón cierras un poema en mi boca.

Rodeo tu cintura, donde vive secuestrada mi luna,
tus ojos me regalan la Tierra, su suavidad, tus alas.

Yo busqué un hada, anduve por tantos lugares,
por tantas mesas, en tantas risas, en tantos vinos;
siempre supe que tu escondite era una nuez
cuya puerta se abre con un chocolate.


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